Esta aventura comenzó el 15 de septiembre de 2018. Una aventura que, sin duda, volvería a repetir.
Antes de irme estaba algo nerviosa porque estábamos sin casa hasta 2 o 3 días antes de irnos. Pero lo conseguimos. Llegó el día 15 y estábamos en Alicante dispuestos a montarnos en el avión. El vuelo fue bastante tranquilo y ameno, estuve entretenida hablando con mis compis de prácticas.
Cuando llegamos allí, un taxi proporcionado por la empresa nos recogió en el aeropuerto de Rotterdam. Más o menos a 1 hora y 20 minutos de casa en coche. El viaje, una vez más, muy tranquilo, disfrutando de las vistas que nos ofrecía la hermosa Holanda, todo verde con ovejitas y vacas pastando tranquilamente, iglesias protestantes con su gallo dorado característico que hacía de veleta.
Llegamos a nuestra casa y nos recibió nuestro casero y su mujer, muy simpáticos y amables, pero sobre todo comprensivos y con ganas de ayudar. Durante nuestra estancia allí han sido los mejores caseros que podríamos pedir, cualquier duda que teníamos o algún problema que necesitásemos ahí estaban ellos, Frits y Ani.
Una vez allí, echamos un vistazo a las habitaciones y las escogimos, yo en particular me cogí la más “chiquitita” pero para mi la más acogedora. Realmente me sobraba habitación, además tenía vistas hacia el jardín tan bonito y cuidado por Ani (ellos vivían en la casa de al lado).
Nuestros caseros dejaron que nos instalásemos y ya al día siguiente solucionaríamos el tema del alquiler. Una vez instalados nuestras tripas ya rugían, era la hora de cenar. Así que, teniendo 3 supermercados en la misma calle, una panadería en la esquina, un restaurante chino en la otra esquina y una pizzería a unos 20 metros… lo teníamos difícil, pero al final elegimos las pizzas. MUY RICAAAS!!
Al día siguiente resolvimos el tema del alquiler y Fritz nos ofreció llevarnos a dar una vuelta en coche por los pueblos de alrededor. Tuvimos la oportunidad de ver los diques más grandes y extensos de Europa que impiden la entrada del agua a Holanda, permitiendo así que no se inunde el país, ya que está más bajo que el nivel del mar. Una cosa curiosa de allí es que el primer lunes de cada mes aparecían ventanas de emergencia parpadeando en las pantallas de todos los móviles y una alarma bastante fuerte que retumbaba por todo el pueblo. Esto es debido al simulacro que realizan para avisar a la población de una posible inundación. La primera vez que lo viví me asusté y no sabía por que pasaba exactamente. Parecía el fin del mundo porque se escuchaba muy fuerte jajaja. Luego me enteré de que era un simulacro días más tarde gracias a mis compañeros de trabajo.
Además del dique, Frits nos enseñó pueblos muy pintorescos de la parte baja de Holanda, más bien conocida como Zelanda, la cuidad de Middelburg y sus calles de adoquines, Vlissingen… Nuestra casa se encontraba entre medias de estas dos ciudades. Cerca del río y el tren. Como he dicho, muy buena ubicación, ¡además a 10 minutos del trabajo!
Llegó el día, martes 18 de septiembre, el día en el que comenzaban nuestras prácticas en la empresa AMC Vlissingen. Esta empresa se dedica a la fabricación y embotellado de zumos.
Cuando llegamos nos dieron unas cuantas charlas sobre prevención de riesgos, normas e instrucciones de como trabajar en la empresa. Nos dieron nuestros uniformes y botas de trabajo y comenzaron por un tour por toda empresa. Al principio me sentía bastante perdida, aquello era enorme, lleno de máquinas gigantes y tanques y gente para allá y para acá sin parar de trabajar. Cuando nos dieron el tour a todos juntos, nos separaron, porque cada uno iba a un departamento distinto. A mí me tocó microbiología, y estaba muy emocionada, porque la micro me gusta bastante y mis anteriores prácticas fueron también de microbiología por lo que no me sentiría tan perdida. Y así fue.
Conforme pasaban los días y me explicaban el tipo de trabajo que se hacía allí, más a gusto me sentía y satisfecha con el trabajo que realizaba. Mis compañeros me trataban como una más y el trabajo que desempeñaba era el mismo que es de ellos, por lo que sentía responsabilidad. Eso hacía que me sintiera mejor aún. Al mes y medio ya podía ocuparme de la mayor parte de cosas por mí sola.
El tiempo allí se me pasó realmente rápido. Las semanas volaban, disfrutaba del trabajo y cuando llegaba el fin de semana siempre buscaba algo que hacer. Lo que más: VIAJAR. Y es por eso por lo que el erasmus es una experiencia única. No solo te ayuda a crecer como persona, a ser más independiente, a valorar cosas que antes ni imaginarías que estaban ahí (como todo lo que hacen tus padres por ti). También te da la oportunidad de viajar, vivir momentos y sitios nuevos, conocer culturas nuevas, ver cómo es la vida en otro país, etc. Cuando estás de erasmus tienes que aprovechar y visitar otras ciudades, ¡es preciso!, jajaja.
Mi compañero Miguel y yo nos íbamos en tren a otra cuidad cada sábado a pasar el día. Veíamos mercados locales, iglesias… Normalmente las iglesias cristianas no se usaban como tal, sino que las aprovechaban para hacer museos de arte, coros, mercadillos de segunda mano… ¡e incluso en Gouda vimos una que tenía una pista de patinaje dentro!
GOUDA (la cuidad del queso) fue una de las ciudades más bonitas que he visitado del sur de Holanda.
¡Este día tuvimos la suerte de poder ver a San Nicolás! Aquí se celebra la Víspera de San Nicolás (5 de diciembre) y el día de San Nicolás (6 de diciembre). Es como si fueran nuestra nochebuena y día de Navidad respectivamente.
Hacían un desfile con banda de música incluida repartiendo caramelos y sobre todo galletitas típicas de aquí a todos los niños.
También he ido ÁMSTERDAM. ¡Nada más ni nada menos que 3 veces!
No me canso de esta preciosa cuidad. Cada vez que voy es como si la viese por primera vez.
Pero no todos los fines salíamos, algunos nos quedábamos en casa y aprovechábamos para quedar con compañeros de trabajo que poco a poco se iban convirtiendo más en amigos que compañeros.
Las ciudades por las que salíamos cerca de casa eran Vlissingen y Middelburg. Nosotros justamente vivíamos entre las dos, a 15-20 minutos de cada una en bici. Volver de fiesta en bici con el frío por el canal era todo un desafío, pero durante el camino también lo pasábamos genial. Eso hacía que mereciese la pena.
RÓTTERDAM
Rótterdam no es la típica cuidad holandesa con sus casas torcidas, canales molinos que hacen tan especial a Holanda. Esto es porque la cuidad tuvo que ser reconstruida casi entera debido al bombardeo nazi que sufrió en 1940. Algunos edificios quedaron intactos por pura estrategia: el ayuntamiento, la oficina de correos, la iglesia de San Lorenzo y el puerto (el mayor puerto de Europa) ya que a Hitler le interesaba conservarlos. Según cuenta la gente de Rótterdam la razón por la que no se tocaron estos edificios fue:
– El ayuntamiento y la oficina de correos contenían los registros de toda la población para así encontrar a los judíos que vivían allí.
– La iglesia, que cuenta con una torreta alta, les servía para orientarse desde el aire.
– Por último, el puerto. El mayor puerto de Europa, donde el comercio era bastante fácil y accesible debido a su ubicación. Obviamente le interesaba bastante.
Espero que os haya gustado este pequeño no tan pequeño resumen de mi experiencia… pero es que han sido tantos momentos…
No puedo despedirme sin dar las GRACIAS a ERASMUS+ por esta experiencia