¡Hola a todos, seguimos por aquí narrando mis aventuras!
Pues ya llevo mes y medio y estoy encantado con la experiencia. Estoy conociendo a mucha gente, la gran mayoría son de la empresa que, aunque son de otros departamentos hay una gran piña en los de calidad.
En cuanto a la formación en la empresa, va a mejor, es duro no lo voy a negar, pero ya voy suelto y aunque como todo trabajo para ser un experto necesitas mucho tiempo y aun así siempre hay detalles que pasamos desapercibido, me están felicitando por mi rápido aprendizaje y mi implicación. La mayoría de semanas me ha tocado de tarde, que en sí lo prefiero porque el turno partido paso todo el día en la empresa y no aprovecho el día, y el de mañanas porque es un señor madrugón, levantarme a las 4 lo llevo mal.
En cuanto a viajes, en una mañana de domingo fuimos de improviso a explorar la isla donde estábamos, nos dirigimos hacia el norte. Aparcamos el coche justo donde acababa la carretera para dar paso a una pequeña colina que justo detrás estaba la playa. Era una playa gigantesca y hacía muchísimo viento, hasta con cuatro capas de ropa tenía frío, además que la playa la bañaba el agua del Mar del Norte ¿por qué digo esto? Porque estábamos apalancados en la arena tranquilos y veo que mis dos compañeros se empiezan a quitar la ropa y se quedan sólo en calzoncillos, se miran uno a otro y empiezan a correr hacia la playa… ¡VÁLGAME LA HOSTIA!, vascos tenían que ser, son de otro mundo. La gente que andaba por allí sacando a los perros por la playa, viéndolos y riéndose alucinados, ni los nativos se lo creían. En fin, la locura se contagia porque semanas después fue mi turno de bañarme, pero lo contaré en otra entrada. Después del baño, se secaron y con el coche todo recto a ver que nos deparaba la travesía, nada más pasar 5 minutos encontramos un pueblo llamado Domburgo, súper pequeño, pero lleno de vida y muy acogedor, es un pueblo turístico, nada más que había coches con matrícula de Alemania, eran como las típicas casas de verano y sus restaurantes con terraza, me quedé prendado.
Otro viaje que he hecho ha sido a Ámsterdam, cogí el tren y que dura casi 3 horas en llegar porque está en la otra punta del país. Cuando llegamos, lo primero que hicimos fue andar y explorar la ciudad por nuestra cuenta. Comimos en una hamburguesería al lado del barrio rojo, de ahí ya vimos en el móvil lugares de interés y por último pasamos por el famoso barrio rojo, había mucho ambiente de fiesta pero nos hubiera gustado quedarnos más pero teníamos que cenar y coger el último tren. La verdad es que me enamoré bastante de Ámsterdam, pero sabía que volvería para la fiesta del rey de Holanda, que es un festivo nacional.