Cecilia Díaz

Los lugareños describen Dublín como el corazón de la hospitalidad irlandesa. Puede deberse a que es tan multicultural que podría perfectamente tratarse de un mundo en miniatura, acogiendo a todo aquel que se interesa por su fascinante pero durísima historia, o que simplemente viene a ganarse la vida a la ciudad. Dublín es la capital del país, foco del que nace su historia ancestral. En sus calles, las leyendas y sucesos más importantes del país cobran vida, poblada de monumentos y lugares impresionantes. Desde las cicatrices de la lucha por la independencia hasta las más pintorescas historias locales que oyes en pubs sobre hadas, leprechauns, marineros y sirenas, Dublín narra constantemente si te detienes a escuchar. Aparte de su música, su gente y su fantástica cerveza, la vida aquí es ajetreada y dinámica, así como sus ciudadanos son amables y familiares.

Si vienes a Dublín, no puedes dejar pasar una buena noche en Temple Bar. Es un área extremadamente viva con muchos pubs en los que suena música tradicional irlandesa. Personalmente recomiendo el The Old Storehouse si quieres ver bailarinas irlandesas taconeando sobre las mesas, pero si prefieres una comida tradicional tranquila y a un buen precio dublinés, The Food Loods es el sitio.

Aún así, si de verdad te quieres integrar con la juventud irlandesa, la zona para salir es Candem. Cualquiera de sus bares, discotecas y restaurantes son excelentes para socializar y escuchar buena música, pero el Flannelys es especialmente divertido para el ocio nocturno.

 


Además, si te gusta la arquitectura no olvides visitar la Catedral de San Patricio, la Christ Church, la Guinness Storehouse, el St. George Arcade y el teatro Olympia. Si eres más de espacios abiertos y amigables ciervos, pasar la tarde en el Phoenix Park es una mágica experiencia gratuita.
La vida aquí no es barata, aunque es coherente a sus sueldos. El producto sin procesar en los supermercados es similar a España en cuanto a precio, pero la ropa, el transporte público, el ocio y los productos de higiene y belleza son definitivamente más caros. Aún así, el Aldi para la comida, el Tesco como hipermercado y el Penneys (Primark) para cualquier otra necesidad son apuestas seguras en buenos precios.
Si eres estudiante de Erasmus, lo mejor que puedes hacer es crearte la Student Leap Card para bus y tranvía. El transporte público es relativamente caro (3.5€ el autobús, 2.5€ el tranvía), pero la tarjeta de estudiante Leap tiene un límite de 20€ semanales a partir de los cuales dejan de cobrarte.
Si tenéis la suerte de entablar conversación con un irlandés, sabed que son gentiles y hospitalarios hasta decir basta. Al menos, hasta que sacas el tema de la separación de las dos Irlandas, un tema aún demasiado sensible para que un extranjero lo mencione. Lo único más grave que eso es llamarlos británicos o, absolutamente imperdonable, ingleses.

En mi caso, llevo a cabo mis prácticas en Cocoon Childcare, específicamente en el área suburbana de Tallaght. Aquí la educación infantil no es exactamente educación, en el sentido de que no se llevan a cabo programaciones de ninguna clase. Aún así, es fascinante ver en acción a las educadoras que, a base de acumular experiencia, son capaces de entretener y enseñar basándose casi exclusivamente en la improvisación. Por dentro los centros son muy agradables, con aulas divididas por edades. Muchas de ellas están excelentemente equipadas, y todas cuentan con un patio. En general, la experiencia está siendo cuanto menos increíblemente enriquecedora.